Un hotel pequeño pero con encanto donde se disfruta de la tranquilidad y sobre todo de la atención exquisita de los dueños Sofi y Toni que te hacen sentir como en casa. Cuidan todo hasta el más mínimo detalle. Los desayunos y las cenas espectaculares, todo elaborado con productos de la zona. Tuvieron el detalle de preparar unos bizcochos por si nos apetecía merendar.
Nos encantó el paseo nocturno por Guadalest guiado por Sofi y Toni.
Totalmente recomendado para desconectar y relajarte en un entorno muy bonito.
Seguro que volveremos a disfrutar de este pequeño gran hotel.